No importa cuánto daño te hagan las personas.
Cada una de ellas tiene su propósito en tu vida. Tanto aquellas con quienes compartes los momentos felices y risas; como aquellas quienes te enseñaron otros sentimientos y te provocaron lágrimas de dolor.
Cada circunstancia vivida, es una lección. Cada lección, nos enseña aspectos nuestros que no conocíamos o que necesitamos desarrollar.
No personalices; no pongas rostro ni nombre a los sentimientos que experimentaste en un momento triste. Aunque no parezca, ESA persona que te llevó a esa circunstancia, más que un enemigo, es un Guía. Está en tu vida para mostrarte algo, aunque ese algo te lastime.
No desperdicies con rencores, una oportunidad de conocer y conocerte.
El fin de todo es la enseñanza, el desarrollo espiritual y mental.
EL HOMBRE SABIO, ES AQUÉL QUIEN APRENDIÓ A VER LAS CIRCUNSTANCIAS MÁS ALLÁ DE LAS PERSONAS.
R.I.
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