La vara de la disciplina
Vivimos en una cultura en la cual muchos niños se crían sin disciplina, sino que como resultado son egoístas, exigentes y quejones. Las escuelas públicas en los Estados Unidos son cada día más desordenadas porque no pueden controlar a los niños, los cuales se crían muchas veces sin disciplina y sin Dios. Aun padres cristianos muchas veces no quieren disciplinar a sus hijos y ellos se convierten en rebeldes, dominando a sus padres y siendo los que controlan el hogar.
La solución bíblica
* “La vara y la corrección dan sabiduría; Mas el muchacho consentido avergonzará a su madre.” (Prov. 29:15)
* “La necedad está ligada en el corazón del muchacho; Mas la vara de la corrección la alejará de él.” (Prov. 22:15)
* “El que detiene el castigo, a su hijo aborrece; Mas el que lo ama, desde temprano lo corrige.” (Prov. 13:24)
Los niños que no aprenden las consecuencias desagradables del mal comportamiento, se crían confundidos y sin la capacidad de distinguir entre lo malo y lo bueno. Llegan a ser consentidos y egoístas.
Contestando preguntas
* ¿Cómo debe ser la vara que se usa para corregir al niño? La vara no debe ser un palo grande que haría daño serio al cuerpo del niño, sino una varita la cual arde la piel pero no daña el cuerpo. En mi experiencia, una ramita (no gruesa) de algún medio metro y sin hojas sirve bien. Tres a cinco “aplicaciones” al “lugar que Dios hizo para recibir la corrección” son suficientes.
Puesto que la Biblia especifica la vara, creo que ella es mejor que la mano, la cual muchas veces no duele mucho, especialmente si hay pañales o pantalones gruesos. El castigo tiene que ser desagradable, porque si no duele, no es provechoso. He visto a madres que dan con la mano a sus niños los cuales se van riéndose. Así aprenden a burlarse de la disciplina.
La vara también tiene la ventaja de tener que ser cortada o buscada, dando tiempo al padre para tranquilizarse y así dar al niño lo que merece con debido dominio propio.
* ¿Qué se debe hacer si el niño resiste? Si el niño pelea o en alguna otra forma no se sujeta a la disciplina, hay que darle más por haber luchado. Mi hija mayor siempre luchaba con nosotros al recibir la vara y tuvimos que decirle, “Si aceptas la disciplina, te damos tres veces, pero si luchas, recibirás seis”. Por fin aprendió a aceptar sus tres en vez de luchar y por lo tanto recibir seis. Gracias a Dios ha llegado a ser una cristiana muy fiel.
Por esta razón es importante comenzar a usar la vara cuando el niño es pequeño (véase el próximo punto). Cuando son pequeños, se les puede dominar y así aplicar la “medicina” que necesitan.
* ¿A qué edad se debe comenzar la corrección de un niño? Creo se debe comenzar cuando los niños llegan a entender la palabra “no,” o sea cuando tienen alrededor de un año de edad. Al comenzar a gatear, mi hija mayor se metía en todo. Al meterse en algo prohibido, le dijimos “no”. Ella nos miró con comprensión y se metió de todos modos. Fue cuando comenzamos a corregirla (en forma liviana al principio) con la varita. No se debe castigar a los infantes menos de un año de edad porque no comprenden lo que sus padres quieren.
* ¿A qué edad se debe dejar de usar la varita? No quiero hacer leyes donde Dios no las ha hecho, pero en mi juicio, al llegar el niño a la adolescencia (11-13 años) ya debía haber aprendido la sujeción a los padres. La mejor forma para castigar a los adolescentes es quitarles privilegios que les gustan.
* ¿No se puede usar otras formas de disciplina? La disciplina corporal (con vara) debe ser reservada para los casos serios de rebelión y la falta de respeto (véase el cajetín). Otros descuidos menos serios (olvidos, falta de organización, bajos promedios de la escuela, etc.) deben ser corregidos en otras formas, por ejemplo, quedar treinta minutos parados en un rincón (si salen, se aplica la vara), quitar privilegios de ver la televisión, etc.
Evitando el abuso
La clave para evitar el abuso físico es recordar que la vara se llama “vara de la corrección” y no “vara de la venganza.” Nunca se debe dar al niño para desahogarse de la ira, sino con dominio propio y amor. Recuerdo bien como mi padre varias veces me dijo, “Hijo, estoy demasiado enojado para castigarte ahora, pero en quince minutos cuando me tranquilice, te voy a dar lo que mereces.” Así me enseñó la importancia de disciplinar con dominio propio. (Y ¡nunca se olvidó de darme después de pasar los 15 minutos!)
Considere otros puntos para evitar el abuso
(a) No humille al niño frente a otros. Llévele a algún lugar privado y allí déle lo que necesite.
(b) Nunca darle al niño en la cara. Dios hizo lugar para la disciplina corporal (la colita o las piernitas). Aplique la varita allí.
(c) Haga de la corrección “un gran acontecimiento.” Me da pena ver a padres que dan repetidos cachetazos o bofetadas a sus hijos. En un espacio de 30 minutos, pegan al niño diez veces o más. Este castigo caprichoso es un abuso.
En vez de dar palmadas cada rato, con calma lleve al niño a un lugar aparte, con tranquilidad saque una varita de un arbusto, dígale al niño porque le está dando, y dele con dominio propio. Conviene no apurarse con este proceso para que el niño tenga tiempo para reflexionar sobre la gravedad de su ofensa. Así, haciendo de la disciplina “un gran acontecimiento,” se evita el castigo caprichoso.
Conclusión
El escritor de Hebreos dice, “Ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza, pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados” (Hebreos 12:11). Confiemos en estas palabras y en el instrumento que Dios ha especificado para ayudarnos frente a la rebelión, la vara de corrección.
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