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miércoles, 20 de julio de 2011

Te encontraste!

... Y mirás al espejo, ves a la persona que tenés en frente, crees conocerla, reconocés el alma, pero no ese cuerpo. Tiene algo tuyo: color de ojos, color de cabellos, ciertos rasgos, pero no estás segura... serás vos?
 
Recordás haber hecho el mismo recorrido desde el dormitorio hasta el espejo, y recordás haberte visto ahí, justo ahí, un tiempo antes. Hoy estás parada en el mismo lugar, pero no te encontrás. Te buscás... y nada.
 
No cabe en tu cabeza el tono irónico que usaste al hablarle antes de que salga para la oficina. Tu corazón gritaba que lo extrañarías durante todo el día y tu rostro, tu cuerpo y tu boca, lo único que hacían era rechazarlo y mostrarte distante. ¿Por qué?
 
Tu armario, anteriormente tu mejor aliado a la hora de mostrar tus mejores atributos, hoy parecen burlarse de vos y como si fuera poco, darte la espalda.
 
Aquel perfume que te daba eternidad en la mente de aquella conquista que ni siquiera fué significativa para vos, pero definitivamente levantó tu ego hasta las nubes, hoy, tu enemigo número uno.
 
La atlética figura que te acompañaba, por la que tanto tiempo trabajaste durante largas horas de aeróbicos, pesas y rigurosa dieta, tomó nueva forma.
 
Aquella caminata que tanto disfrutabas de ida al trabajo, a la almacén, al supermercado o a donde sea, ahora se hizo un poco más pesada y provoca una hinchazón en conjunto en tus rodillas y pies.
 
Tus bruscos levantes del sofa, de la cama, del piso, que denotaban tu flamante juventud y fuerza muscular, hoy no hace más que hacerte gemir de dolor de espalda y hace que te levantes con la mínima velocidad y con la menor tensión muscular posible.
 
Y una vez más te preguntás: ¿ A dónde fuí, que no me encuentro?. Todo parece demostrarte que en definitiva... esa... no sos vos, y aquel... no es tu cuerpo.
 
Tus comidas favoritas, se convirtieron sorprendentemente en el motivo de tus menos agradables náuseas.
 
Hoy tenés una cita; la hora acordada: 15.30hs. Lo esperás a él para ir juntos. Sentís una enorme emoción, (siempre es igual), lo ves a él y ves aquella misma emoción, aquel mismo infinito amor en sus ojos, y de repente te das cuenta: estás al borde de un nuevo y mágico descubrimiento.
 
Y ahí estás, acostada, con la bata blanca, esperando. Lo tomás fuertemente de la mano; él hace lo mismo. Frente tuyo, una pantalla oscura, (tu mejor amiga desde hace un tiempo); y proyecta en ella la fuente de toda tu fuerza, destino de tus mejores deseos y más altas esperanzas.
 
Y ahi está ella... el amor de tu vida, tu mayor inspiración, con sus frágiles manitos que muestran orgullosas sus deditos ya formaditos.
Aquellas piernitas que con sus movimientos te hacen sentir las pataditas más dulces del mundo. Su columnita, recta y acompañando cada uno de sus movimientos. Su cabecita, perfectamente formada.
Armás el conjunto en tu cabeza y ya la ves en tus brazos, la acaricias, tomás sus diminutas manos que con toda su fuerza te aprieta el dedo más pequeño de la mano. Besas sus mejillas, su pancita, todo su cuerpito y sabés que no existe piel más sueve y tibiecita que la suya... ni amor más grande en el mundo.
 
Y ahora descubriste. Te acabás de dar cuenta de algo... Todo ese tiempo que te buscabas sin encontrarte... ahí estabas... en cuerpo, alma y corazón, acompañando aquel crecimiento dentro tuyo.
(22/12/2006)

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